... sabiendo esperar un poco

jueves, 3 de enero de 2008

Érase una vez...

(De un día de trabajo...)

... circulaba yo en mi elefante azul... alrededor del medio día, por las calles de la ciudad de México... el clima caluroso, el tráfico caótico usual... con la consecuente generalizada desesperación.... mi pasajero ensimismado en "sus cosas"... y sin embargo yo estaba en una de mis etapas de extraña serenidad que me ocasionan días de trabajo excesivo, poco antes de "tronar"... manejaba pues con una resignada calma, como viendo todo a través de una ventana que me aislaba de todo y de todos...

Veía sin ver a la gente que caminaba incómoda a causa del calor en sus ropas de trabajo... veía yo los semblantes brillosos de sudor de los otros conductores... veía pues como de costumbre, la vida pasar...

Y precisamente pasando al lado de un pequeño parque vi un indigente harapiento... sucio... desagradable a la vista... pero su semblante me despertó del letargo y me provocó un calosfrío... un nudo en la garganta... un calor extraño en las orejas... una lágrima que resbaló por mi mejilla... y finalmente una sonrisa liberadora...

La expresión del indigente era de tal tranquilidad, que chocaba con el resto del entorno... recostado placidamente a la sombra de un árbol... su desenfado, su regalo, su relajada miseria desafiaba todo órden en el mundo...

Mientras pasaba a su lado no pude despegarle los ojos... pero no volteé la cara... con la mirada al frente me mordí fuertemente un labio y hundí mi elefante azul en la mar de autos...

Saludos...
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2 comentarios:

Srta. Maquiavélica dijo...

niño q lindo escribiste este post y pues a mi hay veces q me ha pasado lo mismo cuando sin querer ves a alguien q te parte el corazón pero el auto tiene q continuar¡¡¡
besitos cool year¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Kuhane dijo...

Necesitaba dejarte mensajes de vuelta, por eso pregunte.

Te leo.

Beso.

Gia.