... sabiendo esperar un poco

jueves, 17 de abril de 2008

Reconciliación...

(Del autoengaño...)
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No hace mucho comentaba en otro blog:
(http://al-bores.blogspot.com/2008/03/razn.html)
"Cuando llego a un estacionamiento vacío, nunca me ha sido posible elegir un lugar de inmediato. Y varias ocasiones me ha sucedido que cambio una y dos veces de lugar hasta por fin apagar el auto... y todo para que siempre lo deje llevandome la sensación de haber elegido mal...
En cambio, cuando el estacionamiento está lleno... doy vueltas y vueltas hasta hallar por fin un lugar (el que sea), y dejo el auto sintiendome muy afortunado...

Saludos..."

Creo haber descubierto (o al menos he logrado engañarme al respecto) que las cosas suceden cuando tienen que suceder (¿en serio?... jajaja). Que lo que hacemos o dejamos de hacer en un momento dado (en todo momento dado), lo decidimos por "así convenir a nuestros intereses", aún cuando esos dichosos interéses incluyan preferentemente y, o exclusivamente, evitarse la "molestia" de cargar con las consecuencias de "ganar" o incluso la sóla "molestia" de participar...
Quiero creer que acepto que el temor es "EL" motor de mi destino... Es bien sabido que uno se siente más tranquilo (y yo creo que el bien principal es dormir tranquilo por las noches) si logra reconciliarse consigo mismo... con la emoción que lo guia, sea cual sea... sea cual sea... y hasta creo creer que puede uno lograr algún beneficio viendo las cosas "al revés"...
Pero aún con todo, hay que tener precaución... porque nada tan engañoso como la vida misma (¡¡vaya inspiración la mía!!) No puedes confiar ni en tu sombra...
¡¡Que flojera!!... NO... mejor confias hasta en quien no debes confiar y aceptas tranquilamente sumergirte en las decepciones...
Finalmente hay que aceptar también la soledad... la conciencia de que las letras son sólo letras hasta que alguien las "lee"...

Saludos...
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4 comentarios:

Mariana dijo...

Comentábamos en mi diplomado de Relaciones de Género que incluso las letras cuando escritas, no están solas, hablábamos de esos diálogos internos que hacen que una nunca esté sola, sino con sigo misma... ¿me expliqué? Mmmm, creo que no... tal vez no importa.

¡Un beso!

Mariana.

Tesa Medina dijo...

Hola, de nuevo. A veces el exceso de oferta nos desconcierta. Siempre pienso que tener más, me da menos derecho a quejarme. Imagino cómo debe ser, como le ocurre a millones de personas en el mundo, dedicar toda tu preocupación a sobrevivir un día más. Cuando lo logras te vas a la cama satisfecho, no dudas como tú el día que sólo queda una plaza y te sientes seguro y dichoso por haber dado con ella.

Yo soy muy práctica en eso. La primera que encuentro en la que sea fácil entrar y salir sin muchas maniobras. Lo aplico también a mi existencia. Lo llamo: simplificar mi vida.

No creo que el guión de tu vida ya esté escrito. Las decisiones que tomas o dejas de tomar lo hacen.

Besos, Guillermo.

Gittana dijo...

Como puedes manejar la desconfianza y las desepciones??? Yo realmente no puedo... Lo que si me duele es la soledad, es si duele.

Bob dijo...

Tanto tan preciso no deja mucho qué decir. Agregaré que, cuando compro un libro en tiendas, lo reviso hasta debajo de las axilas, cuidando que no tenga una esquina doblada o así (se han dado cuenta que los de Anagrama, como quiera que sean, siempre tienen un golpe?), pero basta con ser el único en su especie para estar dispuesta a pagar por la copia abollada. Creo que no es como el estacionamiento, pero yo no manejo. Pero siempre que tomo algo de una pila pienso que hay por lo menos un elemento que está defectuoso. Odio ir y pedir que te cambien las cosas.