Firmin, continuación...
Dice aquí:
"Pero eso aún no lo sabíamos. Me refiero a lo de ir derechitos al olvido. A esa edad, uno piensa que todo es para siempre."
Así, sucede que cuando suceden "cosas", si no inevitables algunas, por lo menos frecuentes y, o usuales otras, indefectiblemente nos toman por sorpresa. El fin de una relación sentimental, el fin de una relación laboral (al inicio de esta, después de un tiempo, o después de una eternidad), la pérdida de habilidad física, un accidente, una enfermedad...
Dejar de creer en un columnista "infalible y destacado", en un escritor, en un político; dejar de creer en un maestro, en nuestros padres, en un ídolo deportivo; dejar de creer en la justicia, en el amor, dejar de creer en Dios...
Nos aferramos a una situación y la queremos prolongar por siempre. Escribe Proust:
"Quizá ese espanto que sentía yo -y sienten otras muchas personas- de dormir en una alcoba desconocida no sea sino la forma humildísima, oscura, orgánica, casi inconsciente, de esa rotunda negativa opuesta por las cosas que constituyen lo mejor de nuestra vida presente a la posibilidad de que revistamos mentalmente con nuestra aceptación la fórmula de un porvenir donde ya no figuran ellas; negativa que era también la base de aquel horror que tantas veces me inspiró la idea de que mis padres habrían de morirse algún día..."
.......................(Marcel Proust; En busca del tiempo perdido; A la sombra de las muchachas en flor)
Claro que es injusto decir que alguien se aferra a algo cuando todos, la verdad, nos aferramos a algo. Tal parece, y quizás sea así, que en el mar de la vida no es posible mantenerse a flote por sí mismo. Y los que pueden hacerlo (o aparentan poder hacerlo) sin ayuda, sin madero, son seres de una raza incomprendida o por lo menos inadvertida e incluso, a veces, despreciada; tachada moralmente de mediocre, conformista, improductiva, porque de entre la variedad de maderos para mantenerse a flote, resaltan, y se aprecian más, los que más tienden a "jalar" hacia arriba; hacia el "futuro permanente", hacia "la cima" de los valores tomados como "buenos". Son seres, además, que se dejan (o aparentan dejarse) voluntariamente a la deriva, a la inercia natural, normal e inevitable de las sombras, del anonimato, de la muerte. Porque "empezamos a morir desde el instante mismo en que empezamos a vivir" y lo demás es sólo la forma en que pasas, de suerte que cualquiera, cualquiera que sea, es igual de válida. Si pudiéramos asimilar esto, quizás todo sería más fácil... no lo se...
Saludos... desde el abismo...
.
3 comentarios:
...bien lo decia Prust... el ser humano no sabe vivir el termino de algo, como la terminacion de algo... lo ve y lo vive como "EL FIN".. por otra parte, todos nos aferramos a algo, porque, hay que afrontarlo, no somos capaces de dejarnos hundir... solo por eso...
Reflexionando quedo.
Interesante entrada. Mucho.
Beso!
Lo único a lo que me aferro es a no sobrevivir a mis hijos ni a mi amor de ahora. Hago conjuros para no tener que pasar por eso.
Y que el fin, el final, la muerte, mi desaparición de este barrio sea digno.
Mi soledad de niña me enseñó dos cosas: que todo puede cambiar en cualquier momento para bien o para mal y que no puedes obligar a nadie a que te quiera... O sea a relativizar.
Procuro no ser melodrámatica ni trascendental, tampoco un madero a flote, me implico vivo, elijo y acierto o me equivoco y lo asumo. Así de simple.
Ha sido un placer leerte, Guillermo.
Ten esa máscota que quieres, si tienes tiempo y puedes dedicarle atención será muy gratificante.
Un beso,
Publicar un comentario